La importancia del centro histórico dentro de la fisionomía de la ciudad se vincula no solo con la funcionalidad de este, también con el significado simbólico que aporta a la identidad del lagunero. El centro histórico logra tener un doble significado en relación con lo espacial y lo temporal, ya que, aunque no suele estar en el centro geográfico de la ciudad, es normalmente visibilizado de esta manera por el uso que tienen los edificios y su historia. La preocupación por la preservación de los monumentos y edificios históricos se trataría por primera vez en la Carta de Atenas por La Comisión Internacional de la Cooperación Intelectual Dependiente de la Organización de Naciones (1931), la cual planteaba, que, acciones como la restauración de edificios eran necesarias para la preservación de estos, siempre y cuando no afectara la fisonomía original del inmueble (INAH, 2025). Así mismo, postulan los fundamentos del Movimiento Moderno, donde se explicaba que después del caos que había traído la etapa industrial era necesario plantear un nuevo modelo de ciudad que cumpliera con desarrollo más ordenado en donde eran consideradas cuatro funciones básicas: habitar, trabajar, recrearse y circular, que son cruciales para el desarrollo de los espacios históricos, para que se permita la conservación del entorno así como que garantice su funcionalidad en relación con las necesidades de la ciudad. La noción del centro histórico en Europa, como los señala Patricia Rodríguez en su artículo “El centro histórico: del concepto a la acción integral”, se expresa en la Carta de Venecia de 1964, donde se explica como un monumento o edificio está asociado a un acontecimiento o momento en la historia, adquiriendo una significación cultural (Rodríguez, 2008). En la ciudad de Torreón, el centro histórico se ubica en la orilla de la ciudad, lugar donde inició en 1907 debido a la ubicación del Río Nazas y a lo que este significó para el crecimiento de la ciudad. Ahí fue donde se ubicaron los principales comercios, y se instalaron las vías del ferrocarril en su llegada en 1883. Al inicio, la Villa de Torreón contaba con 132 manzanas, de ahí se había designado la manzana número 34 para la plaza principal. En los años siguientes se seguiría con la construcción de áreas habitacionales, y continuaría la construcción de plazas y parques públicos como el Bosque Venustiano Carranza. En años posteriores, la expansión se fue dando hacia las orillas contrarias de la ciudad, con esto la dinámica urbana tradicional llega a su fin y se pone en marcha un crecimiento urbano discontinuo. Aun así, el centro de la ciudad mantiene su estatus como centro de comercio principal, es aquí donde las cualidades de un centro histórico resaltan, ya que, aunque la expansión de la ciudad forme nuevos centros urbanos estos no tendrán el peso simbólico que el centro histórico de la ciudad sostiene. La población de la zona comprendida como centro histórico es de 5,295, y se compone en su mayoría de población entre 30 a 59 años (47%), seguido de 60 y mas años (25%) y de 14 a 29 años (9%) (INEGI, 2020). Lo que indica que es zona de vivienda habitada en su mayoria adultos mayores, congruente con ser el espacio de las primeras zonas habitacionales de la ciudad. Actualmente, el centro de Torreón cuenta con aproximadamente 5,720 unidades económicas, de las cuales el 31% están destinadas al comercio por menor (31%), a los servicios de salud y asistencia social (14.2%), y a servicios de alojamiento temporal y preparación de alimentos (13.1%) (INEGI, 2025). Lo que continúa resaltando el valor económico del centro de la ciudad. Así mismo, además de la importancia económica, actualmente se reconocen 29 monumentos históricos y 54 inmuebles con valor cultural dentro del perímetro (INAH, 2025). Lo que demuestra la coexistencia del Torreón moderno con los edificios que fueron parte de la construcción de la identidad en el inicio de la ciudad. El cambio en el centro histórico es inevitable, pero se debe tener en cuenta que, para la subsistencia integral de este, se debe de hablar de un cambio ordenado, en donde se sigan satisfaciendo las necesidades de los habitantes, al mismo tiempo que la esencia de aquello que lo hace histórico siga permaneciendo.
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